Despropósitos de la comunicación humana
Hay libros que se devoran, libros que pasan sin pena ni gloria y libros que te hacen reflexionar. “Despropósitos de la comunicación humana” de Javier Lillo y Juan José de Lanuza (Editorial Crealite), es uno de esos libros que te hacen reflexionar, pero que a la vez cuenta con diferentes lecturas. Disfrutaréis con el lenguaje claro y ameno, no exento de sátira e ironía, con que estos autores desgranan los errores de comunicación de diferentes colectivos. Los profesionales de la comunicación podrán apreciar cómo desde la psicología se puede mostrar una mirada crítica al comportamiento de los actores de la comunicación social y aprender de este enfoque, que sistematiza elementos que parecen obvios pero que muchas veces pasamos por alto.
Citan los autores a Jacinto Benavente: “Cuando no se piensa lo que se dice, se dice lo que se piensa”. La comunicación humana es multifacética, y tiene diferentes niveles: comunicación hablada, escrita, no verbal (CNV), etc y varios niveles de comprensión, que van desde lo que decimos hasta lo que realmente queremos decir, pasando por lo que los demás creen que hemos dicho o querido decir.
Sin entrar en profundizaciones sobre semiótica o teoría de la comunicación, los autores nos muestran con ejemplos gráficos los errores (despropósitos) en los que incurren actores importantes de la comunicación, sobre todos aquellos centrados en la persuasión a diferentes niveles: políticos, medios de comunicación, publicitarios, gurús y “coaches”. El primer capítulo, dedicado a los politicos, critica abiertamente los grandes errores fruto de la indecisión, falta de preparación o simplemente desgana a la hora de entender que el público no es tonto. Y es que, como dice el libro, una imagen vale más que 1000 palabras, pero de esas mil palabras solo pronunciamos 150, pues el resto lo dice nuestra comunicación no verbal, aquella que el subconsciente del emisor transmite sin querer y el del emisor capta perfectamente, aunque no nos demos cuenta en primera instancia. Los medios de comunicación no se libran de aparecer en la serie de despropósitos. Los autores nos recuerdan con una historia que si una noticia no se garantiza que sea verdad, es negativa y además no afecta a nuestras vidas, ¿para qué nos hace falta conocerla? Quizá no sea esto lo que piensan los millones de espectadores de los programas del corazón.
Quizá lo más interesante del libro es su aplicación de un enfoque psicológico a la comunicación, lo que da pie a discutir conductas y consecuencias del acto comunicativo. Al tratar la sugestión, por ejemplo, o la focalización, el por qué cuando nos centramos en algo estamos más atentos a las oportunidades de conseguirlo y, posiblemente, acabemos consiguiendo. Un tema que enlaza directamente con el positivismo, afirmando que si nos centramos en algo negativo (o positivo) o nos creemos algo negativo (o positivo) tenemos más posibilidades de que nos ocurra, algo muy importante en personas sugestionables, audiencia de videntes, seguidores incondicionales…
La segunda parte del libro se dedica a los propósitos, dando la vuelta a lo anterior sobre los despropósitos y por tanto mostrando las bases de la comunicación eficaz. Lo curioso es, como ellos mismos admiten, que estas bases son casi tan viejas como la civilización, algo que ya los romanos las describieron y denominaron “retórica”, y se basan en entender los mecanismos que provocan una respuesta en otra persona. Cómo el uso de diferentes técnicas (apelar al miedo a las emociones, inconsciente colectivo, pertenencia grupal…) pueden conducirnos a alcanzar nuestros objetivos en materia de comunicación. Lo que funciona, como bien apuntan, no hay por qué cambiarlo. Nosotros quizá lo sistematizamos, pero de una manera u otra siguen vigentes tras milenios, y éste es quizá el éxito de este libro, mostrar lo obvio de una manera útil, reflexionada y amena, aún cuando, a nuestro parecer, se excedan en la opinión en algunos casos.
Para concluir, quizá el apartado más interesante, la comunicación al servicio de la mejora personal, hablando de la comunicación interpersonal frente a la comunicación global del resto de la obra. Una vez más las pautas son aparentemente obvias: sensatez, positividad, credibilidad… Todo al servicio de nuestra necesidad de ser entendidos.
El humorista gráfico Ubaldo coloniza el dislate reflejado en sus certeros dibujos de primates.
Despropósitos es un entrenamiento redondo mucho más profundo de lo que parece a primera vista…
«El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras»
(proverbio árabe)
Encontraréis este libro en la Editorial Crealite.
Gracias por la crítica, la verdad es que es una radiografía completísima del libro. Felicidades por vuestra página, que a partir de ahora seguiré atentamente.
Fdo. Javier Lillo
Gracias Javier. Como he comentado en el post vuestro libro hace reflexionar y sonreir. Gracias también a Marisa Garrido por recomendármelo. Estaré encantada de recibirte en «esta casa» que intenta terner las puertas abiertas al arte, la psicología y la comunicación.